“Señores, lo aquí sentados dicen desamarse, haberse desamado, haber destruido entre ellos los amasijos del amor. ¿Quién es el culpable? El que lo diga antes, el que lo demuestre con más sólidos testimonios, recibirá un cordón de oro que se transformará en serpiente, que se transformará en buitre, que se transformará en águila, que se transformará en halcón. Pero ni, aun así.”
“Todo el mundo está siempre en la sala a la que es llamado o vuelve a ella una y otra vez para que la justicia pueda seguir su curso y nada quede sin castigar o premiar. En rigor, se dijo, la ventaja es del acusador, porque todos somos, claro está, culpables, sepamos o no sepamos de qué. Justamente, ésa es la debilidad del acusado, que el acusador conoce. Qué bien estructurada estaba, se dijo, la lógica de la acusación. Probar la inocencia no es posible, porque nadie es inocente y, de serlo, la inocencia carece de toda lógica, además.”
Jose Ángel Valente “Palais de Justice”.
Se hacen públicos aquí por vez primera, no sin cierto pudor, algunos de mis poemas, de temática diferente. Unos, relacionados con el ejercicio de mi profesión y, otros, surgidos del sentimiento humano, de todas mis demás vivencias.
Con el título "Separaciones" se agrupa una selección de los poemas nacidos de los sentimientos y emociones captados en mi relación con los implicados en los procedimientos judiciales y, fundamentalmente, en la intervención en los procedimientos penales y en los accidentes de circulación, algunos con resultado de muerte, pero sobre todo en los procesos matrimoniales.
Escritos desde la óptica de cualquiera de esos actores del proceso, pretenden reflejar emociones y sentimientos tan profundos y vitales como el amor, el odio, los celos, la posesividad, la tristeza, la melancolía, la liberación, el alejamiento, la pérdida, la rabia, la ira, el perdón, la muerte, el duelo....... En definitiva, el amor y el desamor y todo su cortejo. Y ello sin juzgar juzgar, sin tomar partido, sin culpabilizar, partiendo de la convicción de la fragilidad del ser humano, y con la sola pretensión de plasmar con la mayor asepsia lo observado, lo presenciado, lo vivido, de forma idéntica a como un fotógrafo retrata un paisaje admirable y conmovedor o el más triste y luctuoso suceso. Más que como testigo presencial de un hecho ("No existe mecanismo en la mente ni en el cerebro que asegure la verdad o, al menos, el carácter verídico de los recuerdos". "El río de la conciencia", de Oliver Sacks. Anagrama. 2019) como un reportero que, en este caso, se limita -al menos lo intenta- a informar y retransmitir la cruenta y dolorosa lucha de los seres humanos por sobrevivir a las situaciones traumáticas que padecen y en las que, en ocasiones, cualquier intento de paz o consuelo parece, muchas veces infructuoso, el preludio de un próximo fracaso.
Como extraños. (Separaciones).
A Luis Alberto de Cuenca
Como extraños,
deambulamos por la calle,
sin apenas hablarnos.
¡Como extraños!
Como extraños,
nos cruzamos en casa,
evitando mirarnos.
¡Como extraños!
Como extraños,
nos tumbamos en la cama,
con miedo a acariciarnos.
¡Como extraños!
Como extraños,
a veces me pregunto:
- “¿Quién es ella?”
Y, también:
- “¿Quién soy yo?”
Juan Pedro Peinado, Marzo 2003.
Donde el amor. (Separaciones).
“Para saber de amor, para
aprenderle,haber estado solo es necesario.”
Pandémica y Celeste. (Moralidades).
Jaime Gil de Biedma.
Si queréis encontrarme,
no me busquéis allí,
donde el amor;
donde habitan amantes vergonzantes,
seres irracionales,
con sus infames celos de exterminio.
Si queréis encontrarme,
no me busquéis allí,
donde el amor;
donde deposité, en mi adolescencia,
mis vanas esperanzas,
transformadas, muy pronto, en cruel dolor.
Si queréis encontrarme,
no me busquéis allí,
donde el amor.
Habréis de hacerlo aquí,
en mis soledades, de noches infinitas,
de desiertos de arenas sin oasis.
Y cuando me encontréis,
(nunca donde el amor)
¡no busquéis más culpables!
Que, hablando del amor,
no ha de haber más culpable
que uno mismo
(¡El otro ya no existe!)
y la fatalidad.
Juan Pedro Peinado, Octubre de 2014.
A Joan Margarit. Y a L.
“No lloro yo por llorar
sino por hallar sosiego,
mi llorar es como un ruego
que nadie quiere escuchar”
Violeta Parra.
Ésta noche de agosto,
pese al calor que azota,
con tanta virulencia,
leyendo a Margarit,
siento el súbito frío (y el miedo),
que produce la ausencia de una hija.
¿Yo también la perdí?
!Ella vive en la muerte de los vivos!,
!Y yo muero en la vida de los muertos!
Juan Pedro Peinado, Agosto de 2015.
En la calle del ángel. (Separaciones).
En la calle del Ángel,
te dí mi primer beso.
Era una calle estrecha,
muy cerca del mercado,
junto a la Cruz de Hierro,
con suelo de adoquines,
paredes encaladas,
macetas con geranios,
olor a buen puchero,
un campanario al fondo,
y un cielo azul intenso.
En la calle del Ángel,
te dí mi primer beso.
Te lo pedí en la Feria,
apenas conocernos.
Tú me dijiste sí,
con alegría sincera,
yo no cabía en mi cuerpo.
Fue el primero de muchos,
luego vino el amor,
y el deseo contenido.
cargado de inocencia.
En la calle del Ángel,
te di mi primer beso,
Yo me quedé muy quieto.
No sabía cómo hacerlo.
“Así quedaron dos”,
dijiste con descaro,
me avergoncé por ello.
Y entonces te dí el beso,
mis labios en tus labios,
mirando de soslayo,
con pudor y con miedo.
Por la calle del Ángel,
donde te dí aquél beso,
pasamos la otra tarde,
tú, cogida a mi brazo,
yo, pensando en silencio.
Y ví que estaba el nombre,
el firme de adoquines,
y que era azul el cielo.
Ví cal en las paredes,
los geranios enhiestos,
y erguido el campanario.
En la calle del Ángel,
ya no estaba aquél beso.
Sellados nuestros labios,
secas nuestras salivas,
nuestro corazón yerto,
las almas separadas,
y un frío intenso en los huesos.
Las bocas clausuradas,
cerradas como ostras,
nuestro amor evadido,
como se evade un preso.
Cuando yo ya no viva,
cuando yo ya esté muerto,
que tiren mis cenizas,
en esa calle, al viento,
por si los adoquines,
la cal, el campanario,
o acaso el azul cielo,
los geranios o el ángel,
o incluso tus cenizas,
o tus labios, yo espero,
quisieran darme un beso.
El beso más postrero.
¡Cómo añoro el primero!
Juan Pedro Peinado. Úbeda, Febrero de 2017.
A Silvio Rodríguez, “Ojalá”.
Cuando al fín me haya ido,
cuando yo ya esté muerto,
espero sea cumplido,
mi breve testamento:
Ni funeral, ni esquelas.
Ni rezos, ni oraciones.
Ni coronas, ni velas.
Ni llantos, ni sermones.
Tras ser incinerado,
sin lágrimas postizas,
en mi jardín amado,
arrojad mis cenizas.
Que se quemen mis ropas,
mis escritos, mis ripios,
¡Quemad mis cosas, todas!
¡Todo, menos mis libros!
Y cuando ya no quede
de mí más que el recuerdo,
procurad que se altere
por olvido perpetuo.
Espero, con alivio,
que Ojalá mis acciones,
impidan, como a Silvio,
tocarme ni en canciones.
Y que quien más quería,
hace ya tantos años,
ahogue su hipocresía,
en lágrimas de engaño.
Ella nunca me amó.
(Yo, ya la he perdonado).
Nuestro amor se esfumó.
¡Él sí fue sepultado!
Nuestro amor se apagó.
¡Sin mí, se habrá olvidado!
Juan Pedro Peinado. 24 de Enero de 2019.